¿Por qué el cuerpo prefiere almacenar grasa en lugar de glucosa? Una historia de hidrofobicidad e hidrofilia

by | Oct 6, 2023 | espaniol

El cuerpo humano es asombrosamente eficiente cuando se trata del almacenamiento y utilización de energía. Uno de sus aspectos más intrigantes es su preferencia por almacenar grasa en lugar de glucosa. A primera vista, esto podría parecer contraproducente, dado que la glucosa es la principal fuente de energía del cuerpo, pero las razones detrás de esta preferencia están fundamentadas en la bioquímica y la biología celular.

 

La naturaleza de la grasa y la glucosa

Para empezar, entendamos la relación de la grasa y la glucosa con el agua. Toda la vida, después de todo, se basa en el agua. De hecho, la mayoría del cuerpo está hecho de agua.

La grasa es hidrófoba, lo que significa que repele el agua. La glucosa, por otro lado, es hidrófila y tiende a atraer el agua. Estas características tienen implicaciones significativas en cómo cada una se almacena y se utiliza en el cuerpo.

 

La hidrofobicidad de la grasa: almacenamiento fácil

La naturaleza hidrófoba de la grasa la hace altamente eficiente para el almacenamiento de energía a largo plazo. La grasa no se mezcla con el agua, lo que permite que se almacene de manera compacta en células especializadas conocidas como adipocitos, que se encuentran en el tejido adiposo. Aquí, las moléculas de grasa están aisladas del entorno biológico a base de agua del cuerpo, lo que las hace relativamente estables pero fácilmente accesibles para las necesidades energéticas a largo plazo. Además, la grasa proporciona más energía por gramo (9 calorías por gramo) en comparación con la glucosa (4 calorías por gramo), lo que la convierte en una forma densa de almacenamiento de energía.

 

La hidrofilia de la glucosa: una espada de doble filo

Si bien la glucosa es crucial para las necesidades energéticas inmediatas, especialmente para el cerebro y los músculos durante actividades de alta intensidad, su naturaleza hidrófila plantea desafíos para su almacenamiento a largo plazo. Si la glucosa se acumulara en la sangre, su afinidad por el agua llevaría a que el agua se extraiga del tejido circundante hacia el torrente sanguíneo. Esto puede crear una cascada de problemas, incluida la deshidratación celular y el aumento del volumen sanguíneo, lo que podría elevar la presión arterial y llevar a otras complicaciones. Por lo tanto, el cuerpo regula estrictamente los niveles de glucosa en la sangre, almacenando el exceso de glucosa como glucógeno en el hígado y los músculos, pero estos sitios de almacenamiento son limitados.

 

El acto de equilibrio: glucosa y grasa en el metabolismo energético

Las vías metabólicas del cuerpo para la glucosa y la grasa están intrincadamente vinculadas. Por ejemplo, cuando el almacenamiento de glucosa está al máximo, el hígado convierte el exceso de glucosa en ácidos grasos, que pueden almacenarse en el tejido adiposo. De manera similar, durante períodos de baja disponibilidad de energía, la grasa almacenada puede convertirse nuevamente en glucosa a través de un proceso llamado gluconeogénesis.

 

Una mirada más cercana a la dinámica de los vasos sanguíneos

La preferencia por almacenar grasa en lugar de glucosa se hace más evidente al considerar las propiedades hidrófobas e hidrófilas de estas moléculas dentro del sistema circulatorio. El exceso de glucosa en la sangre puede causar el fenómeno conocido como diuresis osmótica, donde el agua se extrae de las células, contribuyendo a la deshidratación y al desequilibrio de electrolitos. Por otro lado, las propiedades hidrófobas de la grasa permiten que se extraiga fácilmente de la sangre y se almacene en el tejido adiposo sin afectar el equilibrio del agua, lo que la convierte en una forma más ‘estable’ de energía almacenada.

 

Para concluir

La preferencia del cuerpo por almacenar grasa en lugar de glucosa no es arbitraria sino más bien una estrategia bien calibrada perfeccionada por la evolución y la bioquímica. Entender estos mecanismos no solo ofrece una visión del metabolismo energético sino que también proporciona pistas para el manejo de condiciones relacionadas con el desequilibrio metabólico, como la resistencia a la insulina y la obesidad.

Estos factores tienen grandes implicaciones para la lactancia, cuando el exceso de glucosa en la sangre conduce a resistencia a la insulina, inflamación y crónica inflamación subóptima. Estos factores se discutirán en los siguientes artículos.

Hi! I'm Hilary Jacobson, and I've been helping moms with milk supply issues for over 30 years. My book, 'Mother Food,' was a game-changer when it first came out, and I'm still at it—researching, writing, and teaching to make sure new moms get the support they need. Want to stay in the loop? Sign up to my newsletter for updates. 

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